UNA HISTORIA QUE TRASCIENDE

Dos Arroyos se encuentra en Santa Rosa Jáuregui, delegación de la capital del estado de Querétaro. Esta comunidad en las afueras de la ciudad, remonta su origen al siglo XVII, en los terrenos de lo que en aquel entonces, era la Hacienda La Solana.


Desde ese entonces, en el lugar cofluían dos vertientes de agua, que se conjugaban en lo que ahora es el mejor salón de eventos en Querétaro.

Haciendo realidad
lo imposible

HISTORIA DE
DOS ARROYOS

Dos Arroyos representa, más allá de un jardín para fiestas; historia, tradiciones y simbolismos que ningún otro lugar en Querétaro ofrece. La naturaleza que lo enmarca, lo hace el mejor lugar para llevar a cabo la organización de eventos sociales y eventos empresariales.

Para el año 1820 la comunidad contaba con siete mil habitantes, el 5 de Mayo de 1822 el alcalde en turno reconoce la Independencia de México. Las constitucionces locales del estado de Querétaro de 1825, 1869 y 1879, anexan y denominan a esta comunidad como municipio. En 1871 el Ayuntamiento hace la solicitud a Ignacio Timoteo Fernández de Jáuregui, la venta de los terrenos de esta población, pero su decisión se basó en donarlos, con ciertas condicionantes, entre ellas, mantener la historia de las personas que en algún momento vivieron y disfrutaron del lugar.

El 22 de Marzo de 1871, se firma un documento, que contiene la donación de los terrenos que hizo Don Timoteo Fernández de Jáuregui y su hijo Isidro a favor del Ayuntamiento de Santa Rosa, levantando el plano el ingeniero Mariano Reyes, delimitando de esta manera, las calles y plazas.

El 7 de enero de 1932 se le confiere el carácter de delegación política con el nombre de Santa Rosa Jáuregui y pasa a ser nuevamente parte del municipio de Querétaro. La delegación cuenta con dos presas, la de Santa Catarina y la de Pie de Gallo.

En años posteriores Don Rogelio Garfias Ruiz, abogado, periodista y filántropo queretano, adquirió esta propiedad, la cual cuidaba y preservaba con mucho cariño y dedicación, con la intención de que no perdiera esa esencia e historias que venía conservando desde hacía muchos años. Su legado, ha sido custodiado con el mismo afán por sus descendientes, pasando así por generaciones y abriendo sus puertas al público, para que sirva como un recinto de armonía natural y celebración, del cual puedan disfrutar generaciones futuras.

Dos Arroyos. Haciendo realidad, lo imposible.
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